Bienaventurados los que renuncian al propio bienestar por el bien de otros
Setenta veces siete denostados aquellos laicos y religiosos que acompañan a los descartables a crecer en su dignidad.
Setenta veces siete escuchamos con sordera de palabra criticar a quienes trabajan gratuitamente por los demás, o bien dejan la comodidad que pueden brindar sus profesiones para donar sus conocimientos a quienes más los necesitan.
Setenta veces siete nos olvidamos de ellos porque nos resulta incómoda su entrega.
Setenta veces siete nos resulta imposible pensarnos
haciendo sopa o guisos en casa y alcanzarlo a quienes viven en la calle;
haciendo trámites engorrosos para ancianos que están solos;
renunciando al descanso para ayudar a nuestro prójimo que sabemos que nos necesita;
renunciando al deleite de aquello que nos fascina para escuchar una y mil veces la misma historia que nos cuenta emocionado el vecino con demencia senil.
Siempre la misma cantinela, vivimos en una sociedad que solo escucha lo que quiere escuchar y que justifica el olvido del pesar de los otros por la necesidad de vivir su presente “merecido”.
Siempre la misma cantinela una y mil veces se repite, que la meritocracia es la meta y el dios a venerar para ser gente de bien.
Bienaventurados serán también quienes saben que no se pueden realizar completamente en una sociedad que no se realiza y trabajan para ello.
María Cristina Campagna 30/12/2023