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Barcelona II

Barcelona II

Sin entrar a polemizar con la cuestión central de la autonomía, ni vaticinar resultados, la mirada está puesta en el desenvolvimiento de los hechos, el proceso está abierto hace rato. No sé, ni importa a los fines de esta reflexión, cómo continuará y hasta cuándo. La mirada está en la represión de la semana pasada.

Las voces de la disidencia no se callan con palos, es más: esas voces se agigantan con miedo (porque el cuerpo duele) pero se agigantan, crecen, se convierten en gritos…

La vieja España, sí, la vieja, la autoritaria, la que contiene y mucho de lo aprendido en la dictadura de Franco, la que no dialoga, la que pega, la que puede matar si es necesario, está vivita y coleando…

Es la misma, esa vieja España que en nombre de Dios (en vano) y el Reino, es esa derecha ejemplar y ejemplizadora la que intenta acallar… produce angustia con sus acciones.

A los bien nacidos argentinos que ya conocemos en nuestra historia reciente de estas operaciones, nos horroriza, nos pone los pelos de punta…

¿Las democracias cierran con represión? Parece que las derechas así lo entienden… y la ponen en juego…

Las imágenes que se viralizaron en las redes son tremendas, horrorosas como todas, pero aún más cuando los grupos represivos se solazaban con dañar, sus expresiones de goce en el daño producen espanto. La policía autonómica lloraba…

Jóvenes, mujeres, viejos, todos bajo los mismos palos, para callar, para aquietar esas voces, ¡¡qué vergüenza ajena!!

¡Ay, Barcelona! ¡Cómo te siento! ¡Cómo te acuno! ¡Cómo te acompaño!…

 

Cristina Campagna