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Barcelona I

Barcelona: otro atentado a las sociedad abiertas.

Punto de partida de esta reflexión: Absoluto rechazo a la muerte de inocentes, venga de donde venga la violencia o la forma que ésta asuma.

Hoy la lucha contra el terrorismo es la principal prioridad de las sociedades libres y abiertas como la nuestra. Es una amenaza global y la respuesta tiene que ser global. Todos quienes compartimos el mismo amor por la libertad, por la dignidad del ser humano y por una sociedad basada en la justicia, y no en el temor o en el odio, somos aliados en esta causa.» (Mariano Rajoy, presidente de España)

Luego de escuchar el discurso de Rajoy, que formuló luego del atentado en Barcelona, me surgen estas preguntas:

¿Sociedades abiertas vs. Sociedades cerradas?

¿Occidente vs. resto del mundo?

¿Hay muertes más dolorosas que otras?

¿Hay formas de morir de forma violenta más repudiables que otras?

Nuestro presente está signado por una violencia creciente que no reconoce fronteras: nadie queda fuera, la identificación del enemigo es incierta, compleja.  ¿El enemigo de quién? ¿A quién?

El peligro que corremos es volvernos indiferentes o, peor aún,  justificar algunas muertes en desmedro otras, aquellas que podemos llegar a considerar justas…

En estos tiempos violentos que nos suceden aumenta cada día la confusión, al agobio, entregados al espectáculo de muertes incomprensibles que refleja la pantalla. Aunque de modo malicioso, cínico, no develan las otras muertes que se alojan en rincones donde no llega la lente y, si llega, ésta se apaga.

Se nos enseñó desde la primaria que somos occidente. ¿Qué es Occidente sino una construcción impuesta desde el coloniaje y que persiste en las actuales neo colonias?

¿Nos sentimos Occidente porque queremos parecer racionales, blancos y decentes?

Me pregunto, ¿cuál es la decencia de Occidente? ¿Imponer discursos de odio, saludar a los penitentes que piden ser perdonados por sus desobediencias, reclamar y proclamar condenas  a quienes piensan distinto?

¿Nos duelen menos las muertes de civiles (muchos niños entre ellos) en Yemen, en Alepo (Siria) en Libia y otros sitios de Oriente próximo?

Estos no salen en las noticias en el tele, son silenciados, no importan o importan mucho, mucho menos…

En Barcelona se numeran los muertos y heridos. ¿Por qué no se cuentan en Oriente los que a diario caen bajo otros fuegos, los fuegos de Occidente?

 

¿Somos Occidente los latinoamericanos, o somos el resto del mundo? Difícil encontrar certezas en horizontes colmados de incertezas… Las posibles respuestas a esta pregunta surgen del imaginario de cada uno/a que se interroga. Aunque hay una cuestión que nos iguala a esos otros que permanecen ocultados: la desigualdad creciente de los nuestros que son los vuestros…

En Yemen, por escándalo (no por ejemplo), ¡¡¡murieron este año medio millón de personas por el cólera!!! ¡¡El cólera!! ¡¡Una enfermedad evitable, que se conocen los agentes que la provocan por  casi toda la gente de a pie!! Y que tiene soluciones a la mano. Pero la desigualdad hace estragos, no hay dudas…

Creo que es urgente no silenciar, no permanecer indiferentes por el sufrimiento de todos nuestros hermanos.

 

Cristina Campagna